Durante la edición 2023 del festival de cine SANFIC, fue estrenado el documental A la sombra de la luz y premiado con una mención honrosa de la ACC a la mejor cinematografía por el increíble trabajo de Emilia Martin.

Hoy, A la sombra de la luz se encuentra en cartelera (detalles al final del post).
Emilia nos comparte parte de su experiencia:
 

Este documental tiene una especial importancia para mí, ya que fue mi primer largometraje como directora de fotografía, además de ser la ópera prima de ambas directoras. Fue muy estimulante trabajar en un equipo enteramente femenino, en el que pudimos construir un espacio acogedor y de diálogo horizontal. 

Grabamos en Charrúa, pueblo atravesado por el sistema interconectado central, inmerso entre termoeléctricas, torres de alta tensión y el sonido punzante de la energía fluyendo, en contraste con sus calles oscuras, sin luminaria pública. La presencia inextinguible y amenazante de la electricidad, así como también la paradoja luz/oscuridad -el principio del cine- nos permitía reflexionar sobre la desigualdad de nuestro país.

El mayor desafío en términos de fotografía fue encontrar mecanismos para evidenciar la constante y disruptiva presencia de las torres en el paisaje rural. Representar la inmensidad de ellas y darle lenguaje visual al sonido del permanente flujo eléctrico. Además lograr encontrar el tempo para retratar la vida de sus habitantes, enfrentándonos a la dificultad y la tarea de deshabituarnos a la aceleración con la que llegábamos, como habitantes de la capital. Fue un desafío acompasarnos al ritmo de un pueblo que de a poco comenzó a abrirnos su intimidad. Así pudimos encontrar a los dos personajes que articulan el relato.

Utilicé una cámara Sony FX6 con ópticas Leica R y un zoom nikkor. La sensibilidad del sensor me dio flexibilidad ante los escenarios de baja luz, me ayudé además de la baja obturación para poder generar la inmersión sensorial del flujo eléctrico. Trabajé con planos fijos de larga duración, permitiendo que el ritmo propio de cada plano, de cada personaje emergiera frente a la cámara. Buscábamos retratarlos desde su individualidad, intentando que estuvieran siempre acompañados por el paisaje metálico. Las cámaras trampas también fueron otra herramienta que nos permitió descubrir a los habitantes de la noche; pequenes, liebres y perros, que a diferencia de los humanos se apropiaban del paisaje vibrante. 

Fuimos construyendo el lenguaje en un diálogo conjunto, la película, el lugar y sus habitantes nos daban las pistas de cómo acceder sin interferir en la cotidianidad del pueblo, en la intimidad de sus habitantes. Grabamos en varios bloques en el rango de dos años, lo que nos permitió comprender las necesidades del documental a medida en que lo íbamos grabando. Fue un descubrimiento para todas, una película que modificó su rumbo flexiblemente varias veces. Al ser un proyecto que tomó años en realizarse, contó con la participación de otras miradas desde la fotografía; aprovecho para agradecer también el material de las compañeras Natalia Medina y Dubi Cano.

CARTELERA
•⁠  ⁠⁠Sábado 31 en la Cineteca Nacional a las 19 hrs.
•⁠  ⁠⁠Domingo 1 en la Cineteca Nacional a las 20 hrs.
•⁠  ⁠⁠12, 14 y 15 de septiembre en la Cineteca Nacional a las 19 hrs.