ACC reconoce a Jorge Müller como miembro honorario de la asociación por su destacada trayectoria e importancia para el cine nacional desde su gran trabajo como cinefotógrafo.

Fotografía: Pedro Troncoso durante el rodaje de Palomilla Brava.

Investigación:  Wayra Galland Carbo.
Participantes: Angelina Vazquez, Patricio Guzmán, Antonio Larrea.
Agradecimientos: Familia Müller, Familia Bueno, Museo de la Memoria, Biblioteca Nacional, Grupo Arca, Soledad Abarca, José de la Parra, Fernanda Riveros, José de la Vega, Pablo Perelman, Carolina Labbé y Verónica Garay.

Introducción:
Esta investigación sobre Jorge Müller nace desde el interés por la Dirección de Fotografía. Hace 12 años escuché hablar de él en un rodaje. Tenía 20 años de edad y decidí hacer una tesis que buscaba determinar si Jorge había desarrollado un estilo particular de cámara durante el inicio truncado de su carrera. En este proceso encontré fuentes literarias que se contradecían y necesité aparte de analizar las películas,  testimoniar en audios, con precarias herramientas, los antecedentes desde sus cercanos. Así conocí a la familia Müller. Luego de visitarles varias veces, don Rudolph Müller decide abrir un mueble y mostrarme gran cantidad de archivos guardados  durante más de 40 años. Mientras revisaba los documentos llegó con una radio y un cassette. Me dijo que lo escuchara y comentó: “Voy a pasear un rato y regreso”. Apenas salió comencé a escuchar la voz quebrada de Irma Silva narrando su testimonio:

IRMA SILVA

“Ahora en este preciso momento acude a mi mente cómo empezó todo,
cómo empezó esta pesadilla que creo que nunca terminará
porque he llegado a convencerme que aquí falta el valor,
ese valor que tuvieron nuestros antepasados los indios.
Aunque algunos no lo quieran
llevamos en nuestras venas su sangre,
pero la valentía, el coraje, la osadía de aquellos
no se heredó a los chilenos
o a lo mejor está escondido
y cómo no se ha presentado la ocasión de
defender lo que le es más querido,
por eso no ha aflorado,
pero yo con mi sangre india, poca o mucha,
estoy dispuesta a dar mi última gota de sangre
para defender lo que para mí es lo más querido: Mi hijo.
Creo que seguiré en esta lucha, en esta guerra que no es guerra.
Como escribí en un verso para mi muchacho que dice:
¿Qué haces ahí sentado pensando, hijo mío?
Pensando en qué, pensando lo que dicen que hay una guerra
¿Pero qué guerra? ¿Cómo empezó todo?
Parece que hace un siglo.
Cada minuto ha pasado en mi vida como mil horas,
como en el primer momento,
me negué a creer que mi hijo había sido detenido,
¿pero por qué?¿por qué? ¿Dónde está? ¿de qué se le acusa?
¿Dónde está la Ley en que yo siempre fui consciente y creí que existía?
¿Por qué no aparece? Buscar, buscar, preguntar. De repente a los 5 días un llamado de teléfono.
– Jorge y Carmen fueron detenidos en la calle Los Leones el viernes 29.
-¿Quién habla?
Ninguna respuesta y cortan. Angustia aterradora ¿qué hacer? ¿Pregunto o no a algún amigo? ¿Qué hacer? ¿Qué hago?…

              Escuché el testimonio de una madre que buscaba a su hijo, una madre violentada por el Estado al negar la existencia legal de un ser humano que había salido de su vientre. Uno que fue torturado, al que le quitaron la vida y lo hicieron desaparecer. Yo tenía un hijo en mi vientre en ese momento y al escuchar el cassette, sentí  junto a la voz de su madre que heredé una responsabilidad emocional que me ha costado tiempo aceptar y entender. Solo al pasar varios procesos de la investigación y decantando el dolor adquirido por diferentes medios creativos, reflexionando sobre la realidad al encontrarme de frente con la historia del país por medio del cine y la fotografía, he asumido con compromiso y urgencia el deber de difundir estos resultados para hacer un acto de justicia metafórica. Por esta razón, con el permiso de la familia, sus amigos y el apoyo de quienes me han ayudado en el proceso, les cuento parte de esta historia.

 

JORGE MÜLLER SILVA

Archivo: Fondo Jorge Müller Silva


       Nace el 10 de enero de 1947. Estudió en varios colegios durante la educación básica y terminó su escolaridad siendo parte de los estudiantes de la Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile. Uno de sus compañeros fue el fotógrafo y diseñador Antonio Larrea.

Fotografía: Antonio Larrea

ANTONIO LARREA: «En los dos primeros años de la Escuela de Artes Aplicadas teníamos puros estudios de arte en general, no era de diseño gráfico porque podías escoger la carrera en segundo año, escogías diseño gráfico o fotografía, te ibas definiendo podías ser escultor, pintor, etc. Había una gama completa, pero los primeros años era arte puro donde todo te iba a servir para cualquiera de las áreas donde te decidías meter. Entre todos [los ramos] estaba el de composición, que Jorge utilizó en el cine y yo ocupé en la fotografía.
No teníamos clases directas de fotografía, la mayoría de las cosas se aprendía afuera, no había laboratorio de fotografía, pero estaba todo lo que era composición en pintura: volúmenes, formas, espacios, colores todas esas cosas estaban dirigidas al arte, al conocer la fotografía aplicamos todos estos conocimientos, teníamos a profesores como Rodolfo Opazo pintor chileno y a Pedro Lobos que era un gran muralista como del estilo mexicano. Ellos son los profesores que más nos marcaron.
El viaje del 68 fue clave para los dos, con Jorge intercambiábamos ideas en el taller, especialmente de composición, composición limpia, líneas limpias, un elemento con una línea horizontal hablando de la fotografía eso Jorge después lo empezó a aplicar en las filmaciones.
Hicimos un documental. Había un programa en el canal 9 que se llamaba “Emisión 0”, entonces Hernán Puelma le propuso al canal que íbamos a hacer un documental en el sur, uno de la Araucanía y el otro de Chiloé. Nos dieron el auspicio, por lo tanto nosotros podíamos ir con el cartel del canal y partimos en junio del 68 en pleno invierno. Yo tengo fotos que fui sacando durante el viaje, porque todas estas fotos iban a servir para apoyar el documental, porque teníamos muy poca película y Jorge se había comprado una máquina en el persa, chiquitita, a cuerda, entonces nosotros teníamos unos cuantos rollos. Era la primera filmación que podíamos hacer. Yo llevaba una máquina fotográfica, tenía fotómetro, entonces si nos faltaba cine, complementábamos con fotografías».

 

UNA GENERACIÓN DEL CINE CHILENO

 Fotografía: Armindo Cardoso, Biblioteca Nacional.

Luego de la Escuela de Artes Aplicadas viaja a Valparaíso para estudiar cine en Viña del Mar, donde conoce a su generación de compañeros y compañeras. Lamentablemente esta escuela al tiempo cierra su funcionamiento y las amistades formadas allí continúan trabajando en Santiago para Chile Films. Jorge Müller ejerce como camarógrafo entre fines de los 60` y principios de los 70`, fue el camarógrafo de “La Batalla de Chile” (Patricio Guzmán), “A la sombra del sol” (Caiozzi-Perelman), director de fotografía de “La Expropiación”, “Palomilla Brava” y “El Realismo Socialista” (Raúl Ruiz), “Crónicas del Salitre” (Angelina Vazquez), entre otros proyectos, además de vivir las luces y sombras de su generación, con una concepción del arte comprometida y un proyecto político truncado.  

  Fotografía: Fondo Jorge Müller Silva

ANGELINA VAZQUEZ: «El arte; poesía, teatro, canción, cine, se tocaban y entrecruzaban en el hacer diario, con la necesidad de aprender y la conciencia de la capacidad de aprender que entregaba la acción como salto cognitivo…
Yo tenía de una práctica política cotidiana, pero externa al poder y de una práctica también cotidiana de años de poesía, la música, el teatro hacíamos de todo un poco, o de todo mucho.
La injusticia se percibía y se explicaba con claridad. Al sentimiento primario de indignación se respondía con ganas de interpretar el mundo, con herramientas que hoy nos parecen quizás cortas, pero que abrían un mundo de preguntas y de intentos de responder.
Hay muchos recuerdos difusos, entrañables: mi hermano y adorado Jorge Müller, sin el cual, tras su desaparición, sentí que se me había muerto parte del alma y mi ojo cinematográfico. Pablo Perelman, que luego se fue a Bruselas. Desde el 71, ellos serían inseparables de mi vida profesional y personal.
Valeria Sarmiento, con la que siempre hemos mantenido una estrecha y entrañable relación. Jorge Pacheco, mi novio de la escuela y que junto a Luis Salvatierra y Omar Andía, me hicieron compartir tantas cosas. El Pepe de la Vega, el Lito Morris, la Marianela [Astudillo], el Chimpilo, el Bombero… una fila interminable de rostros, de risas, de bailes, de playas…. En fin, no puedo nombrarlos a todos.
Luciano Tarifeño, que era como un decano, porque era parte del equipo de gente que creó el canal de televisión porteño, con el que compartí casa y que tanto me ayudó.
De los profesores, el Pepe Román, Aldo Francia, Diego Bonacina, el guatón Mori y un largo etcétera de profesionales que quizás estaban unos metros más allá solamente, pero que uno sentía que en muchos casos eran buenos compañeros de descubrimientos y algunos también una fuente de experiencia.  Yo siento que uno estudiaba y trabajaba muchísimo. Y la escuela seguía en las tardes y en las noches de Valparaíso y en las fiestas memorables que hacíamos, que eran otra manera de continuar las conversaciones sobre cine.
Y leía mucho, muchísimo. Teoría del cine, historia del cine, guión, montaje….Teoría del arte. Eran verdaderos atracones en los que nos iba definiendo una manera de mirar ¿y tal vez sentando las bases del hacer futuro?
En mi casa (y de Luciano) se hacían fiestas memorables con alumno/as y profes, amigos del cine de otras latitudes…. Raúl Ruiz, muy cercano en esa vida periférica a la escuela. Tanto que se llevó a mi amiga Valeria para Santiago, tras un precioso matrimonio en el Club Naval».

PATRICIO GUZMÁN: «Durante el segundo semestre de 1972 Chile Films me encargó hacer un largometraje de ficción sobre Manuel Rodríguez a partir de un guión de Isidora Aguirre, adaptado después por el escritor Alfonso Alcalde.
Elegí para el equipo de cámara a Jorge Müller como ayudante y Patricio Castilla como director de fotografía. Después de la gran huelga de Octubre de ese mismo año, por falta de recursos, Chile Films renunció al proyecto. No obstante, antes de que se paralizara del todo esta producción, yo organicé un equipo mínimo de rodaje para filmar la gran huelga.
Este equipo estaba formado por un cámara (Jorge Müller) un ayudante de dirección (Guillermo Cahn), un ingeniero de sonido brasileño (cuyo nombre no recuerdo) y yo mismo. Salimos a filmar los cordones industriales, que por primera vez se dieron a conocer en Chile. Eran una especie de territorio industrial. Eran la unidad de acción de decenas de fábricas que estaban en un mismo sector. Gracias a ellos la derecha no pudo paralizar el país y los trabajadores gestionaron las fábricas durante dos meses por su cuenta. Filmamos principalmente en el Cordón Cerrillos y en el Cordón Vicuña Mackenna.
Este fue mi primer contacto real, humano y estético, con Jorge. Nuestra película no tenía grandes ambiciones. Era un proyecto de 40 minutos cuyo propósito era mostrar a otros obreros cómo era posible la auto gestión. Utilizamos una cámara Arriflex de 16 MM y un grabador Nagra.
Sin embargo, a pesar de las limitaciones, desde nuestro primer contacto tanto Jorge como yo sentíamos una clara preferencia por los planos secuencia, es decir, planos largos que no fraccionaran tanto la acción y tratar de abarcar una situación de una sola vez, cámara al hombro y desde luego improvisando mucho. En estos dos puntos (cámara en mano e improvisación) se apoyaría toda nuestra relación futura.
Este cortometraje se tituló “La Respuesta de Octubre” y ganó el Premio Circuitos Móviles de Chile Films a finales de 1972. Yo pude guardar este negativo y lo saqué del país junto con los materiales de “La Batalla de Chile” I-II-III. En 1989 yo desmonté este negativo y lo incluí en la tercera parte de esta trilogía, que se llama El Poder Popular. Terminado este trabajo fuimos despedidos de Chile Films, ya que el proyecto Manuel Rodríguez fue definitivamente suspendido. Nos reunimos en el Parque Forestal para reflexionar sobre nuestro futuro y yo defendí la idea de continuar filmando todo lo que estaba ocurriendo en la realidad, proyecto que tomó forma y se transformó en “La Batalla de Chile” I-II-III.
Entre estos «restos» del equipo estaban: Jorge Müller, Guillermo Cahn y Federico Elton, todos ellos más tarde miembros definitivos del grupo de La Batalla de Chile, cuya preparación empezamos en febrero de 1973 y terminamos cuatro días después del golpe de estado. Es decir, yo trabajé con Jorge prácticamente un año entero, entre octubre de 1972 y septiembre de 1973, viéndonos casi a diario.
Teníamos una cámara Eclair 16 MM (con dos chasis) y un zoom de 120 MM. También teníamos un gran angular, que casi nunca utilizábamos, pues el zoom se adaptaba mejor a nuestra movilidad. Teníamos tres baterías. No teníamos estabilizador.
Una de las grandes virtudes de la Eclair es que el chasis se encaja en el cuerpo de cámara sin necesidad de enhebrar la película. Siempre Jorge mantenía cargado nuestro chasis de repuesto porque había muchas pausas. Teníamos una bolsa negra y dos luces portátiles que funcionaban con unas baterías muy inestables, precarias y pesadas».

Fotografía: Armindo Cardoso, Biblioteca Nacional. 

 

CARMEN BUENO CIFUENTES

Fotograma de “La tierra prometida”

Nació el 16 de julio de 1950 en Santiago de Chile. Sus ocupaciones fueron ser actriz y asistente de producción. Cursó estudios de cine y teatro en la Escuela de Artes de la Comunicación de la Universidad Católica de Chile. Produjo programas infantiles para la televisión. En 1972 participó en el filme de Miguel Littin «La tierra prometida», junto a Nelson Villagra y Marcelo Gaete. La película fue estrenada en 1993. Carmen se enfrenta a ella a distintos roles: actriz, productora, vestuarista y cocinera. En 1974 fue continuista de la película «A la sombra del sol», de Pablo Perelman y Silvio Caiozzi. Jorge y Carmen se hicieron pareja durante la producción de este largometraje. Carmen fue asistente de cámara en la película “El año santo chileno” rodada el 24 de noviembre de 1974 en el templo votivo de Maipú. “A la sombra del Sol» se estrenó al público el 28 de noviembre. Al día siguiente ambos, cuando se dirigían a su trabajo en Chile Films, fueron secuestrados. Ella tenía 24 años y él 27. 

 

EN LA BÚSQUEDA

Fotografía: Fondo Jorge Müller Silva

Lo que hicimos frente a esta acumulación de archivos guardados por la familia fue, primero que nada, una especie de catastro general, en donde identificamos lotes de documentos a los cuales se les hacía una lectura principalmente para identificar de qué tipo de documento se trataba, si eran cartas, o escritos personales, o materiales de difusión, etcétera. Al ser sometidos a un arduo proceso de organización física, reconocimos las colecciones principales, una en torno a Jorge, otra sobre Irma y la última hace referencia al mundo de la resistencia.    

Sumergimos la mirada en gran cantidad de dibujos y apuntes del periodo formativo de Jorge escaneando, imprimiendo, recortando y pegando en una pared para establecer relaciones temáticas o de estilo entre diferentes grupos gráficos, de ese análisis se desprende una trilogía de libros fotoquímicos que estará lista a fines de este año.

Libros Revelados

Es un proyecto de colección documental de 3 libros fotoquímicos únicos revelados con emulsiones fotográficas mixtas del siglo XIX intervenidos con bordados y plegados para hacer más lúdica la interacción con el contenido. La encargada de la encuadernación y los plegados es Carolina Labbé Jeria y la encargada del diseño y compañera en el oficio de la fotografía es Veronica Garay Reyes. Los tres cuadernos de estudio son:

Historia del Cine: Compila dibujos y logra narrar la historia de vida de Jorge Müller y la búsqueda de su madre.

 

 

  

 

 

 

 

 

Fotografía: Compila material sobre estudios de fotografía y el archivo fotográfico que permite narrar la vida de Jorge.

 

 

 

 

 

 

 

 Lenguaje Cinematográfico:  Compila archivos que tienen que ver con su trabajo cinematográfico desde los estudios en adelante.

 

 

 

 

 

 

 

Prototipo del primer cuaderno

 

Los archivos de Irma Silva

Al analizar los archivos que tenían directa relación con doña Irma descubrimos todo el procedimiento legal y los pasos que siguieron durante los 17 años que Irma buscó a su hijo, encontramos que el Estado había negado su existencia legal en Chile y su madre volcó su vida a la lucha social por encontrar a los desaparecidos. Murió de un cáncer estomacal sin saber dónde estaba su hijo.

 

  Archivo: Fondo Jorge Müller Silva

     Actualmente el padre de Jorge tiene casi 99 años y tuve la suerte de conocerle y mirar sus ojos con ternura, recibir sus cariños y agradecimientos por el esfuerzo de remover sus recuerdos y ayudar de cierta forma a continuar el camino por mantener la historia viva en nuevos corazones. Lo que me gusta de esta investigación no es “la épica”, si no lo que guarda este archivo en que revelamos historias de un cotidiano. Es la existencia íntima de seres humanos, y no es simplemente eso, es arqueología de la memoria reciente y es el dolor de una familia que busca justicia y recibe impunidad. La misma impunidad que vemos a destajo durante todos estos años y que ha reventado la rabia en los jóvenes una vez más como un nuevo golpe violento que quiere matar nuevas/antiguas ideas, mientras nos vuelan los ojos y nos ciegan las miradas, nos disparan, nos violan nos vuelven a matar y desaparecer. Pero quedan fragmentos de las existencias, que germinan en nuevas generaciones. Es necesario hacer que la memoria se vuelva latente, somos la repercusión de un pasado que deja rastros de vidas desaparecidas y que es fundamental vuelvan a ver la luz para comprender cómo llegamos hasta la realidad en la que vivimos ahora.

Actualmente con todo este material estoy en proceso para terminar un documental que no ha sido fácil, que ha sido muy triste y que sería mi primer largometraje como directora, espero poder terminarlo en algún momento y encontrar la forma para cerrar así el ciclo de este trabajo que ha durado tantos años.

Este 29 de noviembre del 2020 cargado de significado con el contexto que nos toca vivir y con las esperanzas de construir una mejor humanidad, se cumplen 46 años de la detención de Jorge Müller y Carmen Bueno. Por ello es bueno recordar que en 1984 la Asociación Gremial de Profesionales y Técnicos Audiovisuales (APTA) instituyó para esta fecha “El Día del Trabajador Audiovisual”. En 1985 la organización llamó a rendirles homenaje público, congregando a más de 300 personas en la Parroquia Universitaria de Santiago y quienes no pudieron estar, enviaron escritos que fueron leídos durante la ceremonia por sacerdotes e invitados. Muchos recuerdan este evento como una catarsis colectiva que ayudó a reunir al medio audiovisual:

“Quizás no veremos más sus rostros tan amados,
ni podremos gozar de su cariño y su ternura,
pero la luz que nos dejaron sus tronchadas primaveras,
esa no se apagará jamás…
Ellos nos han señalado un camino,
nos han dejado una tarea de presente y de futuro:
no podemos permitir que en nuestra tierra
sigan sucediendo actos tan cobardes que denigran al ser humano
y dañan tan profundamente el alma de nuestro pueblo.”

Discurso familia Bueno y familia Müller 1985

“El Día del Trabajador Audiovisual” ha pasado por diferentes nombres, como “El Día del Cineasta”, “El día de los Técnicos del Cine Chileno”, el SINTECI (Sindicato de Técnicos del Cine) entregaba un premio durante un tiempo para esta fecha llamado “Jorge Müller”. Sin embargo, dejó de entregarse e incluso, y en concordancia con el negacionismo de nuestra historia, se ha transformado en “El día del Cine a Mil” o “El Día del Cine a luka”, olvidando el motivo inicial de esta fecha que es conmemorar a Jorge y Carmen. Hace algunos años, gracias a las gestiones de sus amigos y de las familias, fue posible recuperar este significado y además dar paso al “Día del Cine Chileno”, fomentando esta conmemoración en diversas salas de cine a lo largo del país. En el Museo de la Memoria, cada año se recuerda la génesis de esta fecha y se desarrollan actividades durante todo el día para fomentar la formación cinematográfica, ocupando el cine como herramienta para atravesar la memoria de Chile, sin importar el día de la semana en que caiga se respeta el 29 de noviembre para recordar.

Es fundamental que los más experimentados y experimentadas puedan enseñar lo que han aprendido a las futuras generaciones, para que se construya un cine que represente las miradas y vivencias de cada realidad territorial y social, con el referente de nuestros antecesores en la retina.

 

Fotografía de Armindo Cardoso -Dibujos Jorge Müller-Diseño Antonio Larrea.